martes, 8 de enero de 2008

Fidel Castro y la ética en la política

Es el pensador político más relevante del siglo XX, dice Dayan Jayatilleka a La Jornada

Fidel Castro aportó la alternativa ética a la rebelión y la resistencia

El embajador de Sri Lanka en Ginebra reflexiona en un libro sobre la trayectoria del líder cubano

“Nunca ha cuestionado el derecho del oprimido a ejercer la violencia”

Kyra Núñez (Corresponsal)

Ginebra, 16 de noviembre. Nunca ha hablado con Fidel Castro Ruz y solamente lo ha visto en documentales, en películas y en los noticiarios televisivos; sin embargo, desde la edad de seis años y sobre todo en las décadas de militante clandestino en su natal Sri Lanka, el actual embajador Dayan Jayatilleka ha estado fascinado con la personalidad de quien llama “el más grande pensador político del siglo XX” que le ha dado una dimensión ética y moral al marxismo y, principalmente, al ejercicio de la violencia.

“Castro aportó la alternativa ética a la rebelión y a la resistencia, ejemplificada con su conducta explícita de no utilizar como blanco de ataque a los no combatientes porque la vida de una persona desarmada debe ser sagrada para todos”, argumenta Jayatilleka en su libro Fidel’s ethics of violence: the moral dimension of the political thought of Fidel Castro, publicado este noviembre (Pluto Press, London, 2007).

“El fidelismo es ejemplo de modernidad, racionalidad y militancia”, añadió el autor, durante una entrevista con La Jornada, realizada en la sede de la misión permanente de Sri Lanka ante la Oficina de las Naciones Unidas, en Ginebra.

En su estudio alrededor del pensamiento político de Castro Ruz, Jayatilleka lo situó como la tercera vía entre el pacifismo de Gandhi o la violencia táctica de Mandela y la violencia indiscriminada de movimientos armados; ejemplificó con los ataques de Hezbollah contra israelíes y asegura con palabras contundentes: “Fidel nunca hubiese aprobado semejante acto bajo ninguna circunstancia, no importa la gravedad de la provocación”. Insiste que del fidelismo no se conoce atrocidad alguna ni a escala nacional, cuando la lucha armada de liberación, ni en el internacionalismo revolucionario castrista: “de haber incurrido en un crimen, por ejemplo, en Angola, los medios de comunicación occidentales se hubiesen dedicado a exponerlo” y denunciarlo ante la otrora Comisión y en el actual Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

El libro sobre la ética de la violencia en Fidel tiene varios objetivos de los que su autor destaca dos. El primero es la evaluación de la personalidad de Fidel como el más grande pensador y líder político del siglo XX vivo, quien ha tenido influencia universal. El segundo, el examen del ejercicio de la violencia en Castro desde la óptica estratégica y filosófica. “Lo que diferencia a Fidel, al Che y a la Revolución Cubana de otros líderes y movimientos de liberación armados ha sido que la violencia no ha sido irrestricta o impune”.

Nunca en Cuba lo que vemos en Medio Oriente, en Líbano, Palestina. La violencia ha sido utilizada desde tiempo inmemorial, de dos formas: una es su ejercicio sin limitación alguna, porque el fin justifica los medios; y, la otra es dictada por elementos éticos y morales. Fidel nunca ha cuestionado el derecho del oprimido a ejercer la violencia, pero siempre respetando la importante naturaleza del civil; es decir, sin provocar la muerte de inocentes, el maltrato de detenidos, las ejecuciones sumarias.

La explícita dimensión moral y ética del marxismo revolucionario pudiera corregir la “crisis espiritual” por la que atraviesa esta ideología –dice. Esta dimensión ética y moral no existía en el marxismo, por lo que es la más novedosa contribución científica de Fidel. La dimensión moral de la violencia comenzó a ser tratada con la revolución cultural en China y el genocidio de Pol Pot en Camboya, pero fue el cubano quien dimensionó la violencia revolucionaria entre buena y mala, correcta o equivocada, consciente o deliberada. Esta filosofía activa le permitió a Cuba mantenerse revolucionaria y al fidelismo convertirse en una de las más grandes influencias de la humanidad; por ello la isla no se ha replegado en sí misma, como sucedió con Corea del Norte, ni se ha reconvertido en un sistema de capitalismo como en China y Vietnam.

Parte de la argumentación de Jayatilleka se basó en la comparación de la violencia ética y moral con la guerra al terrorismo, aunque insistió durante nuestro encuentro, en que abundan los ejemplos comparativos, pero “el 9/11 hace el contraste más agudo”.

Jayatilleka llegó a la cita con La Jornada, con la biografía de Fidel, de publicación coincidente con Fidel’s ethics of violence, pero afirmó que no está promoviendo el culto a la personalidad –cosa a la que Castro se opone fervientemente, según el libro. “Presento al líder como un grandioso pensador político, un gran filósofo político, que será después aún más relevante cuando ya no exista” dijo, antes de añadir que es lo más aproximativo que tenemos a lo que Nietzsche llamó “el hombre superior”.

En las 200 páginas consagradas al pensamiento político de Castro no hay mención de la diáspora cubana en Miami; al respecto, el autor recordó que ha sido en manifestaciones en las calles de esa ciudad, donde se ha quemado y deshonrado la bandera de Estados Unidos, no en La Habana. La nueva generación cubana en Miami debería revalorar la figura de Fidel, reconocer que es parte de sus raíces.

La Jornada. 17 de noviembre de 2007. Cultura).

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